Mis visitas

3 de enero de 2012

¿QUÉ TIENEN EN COMÚN HERCULES POIROT Y EL SEXO ANAL? ?

Irina  vino a mí a través de una conocida que asiste a mis cenas. “Me han hablado  muy bien de tí y también de los hombres que asisten a tus eventos, - me dijo. – No  sé de dónde los sacas ya que  hace dos años me apunté a un conocido portal de contactos personales y los que me han salido, todos son unos ranas, ratas y maniacos.”
“Todos-todos?” – pregunté yo haciéndome una incrédula.
Una chica de 40 años muy bien llevados, bonito cuerpo y piel impresionante, manos con manicura perfecta y zapatos de tacón con mucho estilo. Trabajaba de comercial de ventas en exportación de una firma de alta joyería en Madird.
“Te contaré tres casos para que te hagas una idea.- empezó.  Soy selectiva, exigente. He estado casada durante 12 años con un buen hombre que  tenía mucho talento y la vida a su lado fue un placer.  Por eso no quiero perder mi tiempo solo para que un hombre no se sienta ofendido. En resumidas cuentas, selecciono muy bien a los que quiero conocer en persona. Los busco de un buen nivel social, con estudios universitarios, de profesiones liberales: médicos, abogados, ingenieros industriales, etc. De esas profesiones  que requieren una buena preparación y buen coco. Y no me explico, qué pasa, pero no ha habido ni un solo hombre que fuera en realidad lo que dice en su perfil sobre sus verdaderas intenciones.

Annibal  fue el primero quien le llamó la atención y  fascinó con su descripción y con quien se identifiqó en seguida: “Soy un hombre divorciado de 46 años con hijo de 8 años; culto, selectivo, con ideas claras, decidido y coherente. Me gustaría conocer una mujer con inquietudes, que no se pase todo el día mirándose en el espejo, que tenga conversación, que sepa quién es Hércules Poirot;  que sea una interesante interlocutora y que me aporte cosas.”
Sin duda era Irina a quien describía; sus propias inquietudes y ambiciones. Un hombre con quien no tendría que medir cada palabra, ni necesitaría repasar la prensa del día para saber de lo que hablaba, o cosas que le resultasen emocionantes. Y no le importaba que tuviera un hijo. Todo lo contrario. Era un hombre que ya había asumido responsabilidades, que ha vivido en familia y con quien seguramente podrían llegar al entendimiento. Le dio tanta confianza, fue tan cortés, prudente y respetuoso que no pensó dos veces para facilitarle su dirección y dar su conformidad para que le recogiera a la una de la tarde para irse a tomar un aperitivo y luego a comer por la zona.
Nada más llegar se disculpó por no haber lavado su coche después de un fin de semana con su hijo que, según Annibal, era su vida y no permitiría a ninguna mujer que intentara separarle de su pequeño.
Y eso a pesar de que Irina no le habría dicho nada en absoluto. Le preguntó si estaba sola y si después de comer  podrían  tomar  algo en su casa ya que si bebiera vino, no sería prudente conducir de vuelta. Le extrañó que se precipitara tanto en preguntarle cosas personales pero le dijo que después de comer podrían  ir al cine y le invitaba Irina. Se  tomaron un vermut y enseguida le preguntó sobre sus preferencias sexuales. Fue cortante y desagradable, violento y nada previsible de lo que se había imaginado. Irina cambió del tema y le preguntó sobre su trabajo. Dijo ser el jefe de la unidad de anestesia de un hospital privado en Madrid, y lo que más le gustaba de su trabajo era la posibilidad de controlar la conciencia de los pacientes, que de él dependía si saliesen bien o mal de una operación, que se sentía como alguien muy poderoso, casi Dios, de controlar la vida de un ser humano.
Era lo que le faltaba! Qué mala espina le dio aquel discurso. Empezó a pensar que posiblemente se había precipitado de contarle tantas cosas y mostrar donde vivía y que lo más sensato sería intentar de  deshacerse de ese tipo.  Ya nada le resultaba atractivo en él, ni su manera de mirarla fijamente, ni sus movimientos, ni sus insinuaciones que eran constantes, ni su voz. Nerviosa, Irina no encontraba motivo para deshacerse de él y por haber venido en su coche dependía totalmente de él.
Fueron a comer, y es cuando mostró todo su despliegue de verdaderas intenciones. Resulta que su mujer fue una chica de familia religiosa y muy convencional. Fue virgen cuando se casaron y él le hizo daño en su primera noche de bodas. Dijo que llevaba meses preparando la escena erótica donde forzara a su futura esposa  como si de una violación se tratase y lo consiguió. Y desde aquel entonces nunca más ella se prestó al sexo anal. Después de 9 años de matrimonio él la dejó porque su vida sexual le aburría mares. Tuvo un lío con una enfermera,  la mujer se enteró y pidió el divorcio. Sin duda la versión inicial era diferente. Mientras contaba su historia, intentaba meter su pierna entre las rodillas de Irina debajo de la mesa.
Ella no quiso escuchar más.
Tenía ganas de vomitar.
Se disculpó y se fue al aseo, cosa que Annibal interpretó de otro modo y soltó un comentario desagradable cuando ella se levantó.   
Pidió al maitre que le llamara un taxi y se marchó a su casa sin despedirse.
Nada más subir al taxi se echó a llorar, de asco, de vergüenza que este tipo le hizo pasar, de lo que tuvo que escuchar, de lo que él creía era de su agrado oir.
Annibal le estuvo acosando unas tres semanas más, mandándole mensajes de contenido obsceno, explícito, intentando de convencer que se había portado fatal y aunque no se lo mereciera, estaría dispuesto a perdonarla si aceptara volver a verle para hacer realidad su fantasía sexual.
Cuando entró un MMS con la foto de su pene erecto y TEXTO: “Es lo que perdisteis  tú y tu culete”, tuvo que denunciarlo a la policía y pasó la mayor vergüenza de su vida. Tuvo que explicar con detalle el contenido de los mensajes en la denuncia, ver cómo le miraban los agentes.
No quiero ni pensar como tuvo que sentirse la ex mujer de Annibal a lo largo de su matrimonio u otras mujeres a las que intentó abordar con sus propuestas a lo largo de todo el tiempo que está solo, y mi mayor solidaridad con ella y todas las mujeres que se ven obligadas por cualquier motivo a permanecer al lado de un hombre como ese.

Alberto le mandó un mensaje invitándola que le echara un vistazo a su perfil: “Soy un chico de 43 años, 176 cm de estatura y 89 kilitos de peso. Ya sé que debo bajar de peso y estoy en ello. Je je je. Lo prometo!  Estoy aquí para conocer a alguien especial, con quien poder conversar, pasear, debatir, ir al cine, salir a cenar. Tengo poco tiempo porque mi trabajo y mi hijas ocupan una gran parte de la semana pero siempre se puede sacar uno o varios ratos para divertirse, salir, meditar. Soy una persona responsable (quizás demasiado), divertido y trabajador.  Estoy descubriendo algunos temas relacionados con meditación, bienestar interior, tantra y cualquier cosa que sirva para conocerme mejor interiormente y disfrutar más de la vida.”
Aparte decía que era universitario, con negocio propio, una empresa del sector energético, que era exigente, no fumador; de carácter tranquilo, atento y bienhumorado.


Sin duda, era mucho más normal que el primer perfil.


En el tiempo que pasó después de su primera y horrorosa cita, Irina asistió a una   serie de cursos de crecimiento personal; entre ellos la introducción en neo-tantra  y, leyendo el perfil de Alberto sintió, que tenían cosas en común.
Y decidió darle una oportunidad.  


Quedaron por el centro para comer y conocerse en persona.


Era cierto, Alberto resultó ser  un hombre muy agradable, correcto, interesado en todo lo que le comentaba Irina y con la misma atención, que la suya, le escuchaba.
Hablaron de los hijos y problemas que trae la edad del pavo, de sus experiencias en el mismo portal, sobre tantra...


Alberto tuvo más citas y menos traumáticas que Irina,  pero ninguna chica le hizo tilín.


Parecía que le gustaba e Irina se sentía bien.
Le llamó dos semanas más tarde y esta vez la invitó a cenar.
Todo un caballero, Alberto ya había reservado una mesa en un buen restaurante en su barrio y solo le preguntó por el portal de su calle para recogerla.
Evadiendo su propuesta tan sincera, Irina le dijo que tenía cosas que hacer por la tarde y prefería quedar directamente  en el restaurante.
Ya había aprendido la lección.
A las nueve en punto estuvo en el restaurante, y el jefe de sala les acompañó hacia la mesa.


Mientras elegían los platos Albero, repitió unas seis veces que estaba a dieta y no comía mucho, pero que Irina eligiera lo que quisiera.


Cuando lo dijo por sexta vez  Irina le replicó  que le parecía algo exagerado que lo mencionara tanto, que le cortaba en su elección y qué le parecía bien si pagaran a medias.
Casi se  ofende!


Irina nunca ha sido una  glotona pero me  confesó que Alberto le hizo sentir muy incómoda.


Ya decía Eva en el “Diario de Adam y Eva” de Mark Twain que la delicadeza no era el rasgo fuerte por el que  ella se enamoró de Adam.


Si Irina  estuviera enamorada de Alberto, esta noche su acompañante habría perdido muchos puntos.
La cena que en general estuvo bien, desenfadada y ningún resto de comida en ningún plato. Alberto terminó con lo poco que pidió para sí mismo y con ambos platos que pidió Irina  para compartir, sin mencionar que le cogió sin preguntar un tercio de su rodaballo.
No pudo evitar que la acompañara hasta el portal de su casa. Albertó la abrazó por la cintura e intentó besarla pero Irina evitó sus labios.
No le gustaba tanto.
Le agradeció una velada realmente agradable y le expresó su esperanza de volver a verle alguna vez.
Al día siguiente Alberto le buscó por el MSN y le soltó sin más que le dejó muy “pluff” anoche de no permitir que se acostara con Irina. Que no era un “pringao” y que no pensaba  pagarle a nadie  comidas y cenas si no hubiera un postre especial después.  Era verdad, no era un “pringao” si no  propietario de una empresa energética, divorciado, en búsqueda de "follamigas". 
En este momento Irina lo entendió.
No sabía si su introducción en neo-tantra tuvo algo que ver.
Se eliminaron del MSN y nunca más supieron  uno del otro.

Luis no era su tipo apriori.
Un viudo de 51 años, con dos hijos adoptados de 11 y 16 años, viviendo fuera de Madrid, interesado en conocer una mujer entre 40 y 48 años.  Era ingeniero industrial, igual que Irina, Libra, tan solo 1.72 cm de estatura pero con una sonrisa en la foto de perfil que transmitía confianza.


Era obvio que si no fuera por culpa del maldito cáncer, seguiría al lado de la mujer que fue su primer y único amor desde que tenían 15 y 17 años.


En su presentación decía que quería ser feliz al lado de alguien buena, atractiva y comprensible. Nada más.
Después de haber intercambiado un par de emails   y hablar unas cuantas veces por el MSN, siempre tarde, cuando sus hijos ya se acostaban. Siempre después de cenar tarde, con muchas disculpas por interrumpir la charla, ya que sus hijos le reclamaban.
Algo molesta de no poder obtener su atención al 100%, Irina comentó a su madre que había conocido un hombre viudo.
“Estás loca!”- exclamó la  mujer. - Un viudo siempre te estará comparando con su mujer, nunca te querrá como a la primera esposa y te utilizará para compartir sus problemas con sus hijos adolescentes. No pierdas tu tiempo, es una situación desigual y siempre serás tu la sacrificada!"
Irina apostó por Luis a pesar de los comentarios de su madre y sus amigas. Empezaron a verse cuando él podía. En varias ocasiones compartieron cenas entre amigas sin pareja que tenía  Irina, chicas más jóvenes que ella, pero Luis siempre ha permanecido a su lado, mostrando su afecto y evidente comportamiento de pareja de Irina ante todas ellas. Pero nunca compartieron un fin de semana  juntos. Nunca la invitó a su casa. Parecía extraño.


Luis se justificaba que los fines de semana era cuando podía poner orden en su casa y en verano, cuando los niños no tenían colegio, se le acumulaba el trabajo.
Tuvo que despedir a su interna, y ahora todo el peso de las labores en casa le tocaba a él.
Dos semanas antes del cumpleaños de Irina y un mes para el cumpleaños de Luis un amigo de Irina le propuso hacer una fiesta en su chalet y aprovechar para hacer presentación oficial de Luis como pareja de su amiga.


Ya le habían visto con Irina en varias cenas o salidas en grupo, sabían cual era su situación y se sorprendían que mantuviera a Irina alejada de su vida mientras que ella no tuvo reparos en introducirle en la suya. Pero todos le daban a Luis su voto de confianza.
Un día antes de la fiesta-sorpresa Irina le mandó a Luis un sms invitándole a la fiesta y recibió una respuesta: No me lo pongas más difícil. Sabes que no tengo ni un minuto. Lamento no satisfacer tus necesidades de la vida social.


No entendía nada, no hizo nada para que le molestara y si fuera por los críos, le llamó para decir que los podría traer sin problemas ya que estarían los hijos de su amigo, el anfitrión. Luis no le cogió el teléfono, así que Irina le dejó un largo mensaje. Dos horas más tarde Irina recibió la respuesta de Luis: Te he escuchado y mañana te llamo para hablar de todo esto.” 
Y nunca más llamó.
Semanas después Irina volvió al portal de contactos para darse de baja pero por alguna razón, por la espina clavada en su corazón,  buscó el perfil de Luis.
La sorpresa fue que el tímido y muy atareado viudo  cambió algunos datos en su presentación y era evidente que su última visita era del día anterior:  “Hombre  inteligente, carismático, atento; todo un caballero, honrado, noble, leal y sincero. Empresario de éxito y padre de dos hijos preciosos, conocería una mujer entre 32 y 39 años, guapa, atractiva, divertida para relación estable.”
Seguramente Irina le sirvió de aquel trampolín necesario que le catapultara hacia una nueva vida desde su depresión. Al ver y conocer a las jóvenes y solteras amigas de su nueva compañera, consideró que podría tener mucho más oportunidades y un abanico mucho más amplio para ser feliz, aunque sea a ratos, sin invadir su espacio bien marcado, ahí donde construyó toda una vida con su desaparecida mujer. Y nadie era culpable de nada.

"¿Por qué mienten tanto? ¿Por qué no dicen claramente que buscan solo sexo? Seguramente hay muchas mujeres que también buscan solo una nueva o diferente experiencia sexual, sin compromiso ni involucrarse emocionalmente. Pero a mí esto me frustra y me da miedo de que no haya nadie más normal para que yo pueda compartir mi vida con él,"- exlamó Irina con ojos humedecidos, y para no dejar que las lágrimas  salieran de manera traicionera,  se puso a rellenar el  CUESTIONARIO PERSONAL para asistir a mis cenas.

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